Hace solo algunos días Manuel Quintanero, el presidente los prestigiosos premios gastronómicos Chef Millesime by Cruzcampo, aseguró que con la gastronomía española a veces nos pasa como con el Museo del Prado, que lo tenemos tan cerca que no le damos todo el valor que tiene»». Y es que entre la pintura y la gastronomía hay más similitudes de las que pensamos.
Los organizadores del Gastrofestival 2013 vieron este potencial en las dos disciplinas y organizaron para su última edición un maridaje perfecto con un sugerente «menú cultural» compuesto de itinerarios, conferencias, tertulias y visitas guiadas por los principales museos de Madrid. Museos como el del traje, el del Prado o el Nacional de Antropología se convirtieron en improvisados restaurantes para acoger una fusión española de calidad.
Esta misma fusión se ha llevado a cabo también a la inversa. En México, Miriam Peraza, convirtió su restaurante Manjar Blanco en un improvisado museo al alcance de cualquier público. En una iniciativa reivindicativa para denunciar la falta de espacios para que los pintores expongan sus obras, Peraza decidió ceder las paredes su restaurante y habilitar espacios aislados para que artistas de todo el país muestren su trabajo y lo puedan poner a la venta. De esta manera, mediante exposiciones periódicas, el Manjar Blanco abre por las noches no solo para ofrecer suculentas cenas con la mejor gastronomía mejicana, sino también para mostrar las mejores creaciones artísticas de pintores nacionales.
Este maridaje no solo tiene en cuenta los lugares de exposición, sino que también se refleja en los cuadros. La artista Edurne Esponda expone desde hace un tiempo en México lo mejor de la alta cocina vasca en una exposición bajo el nombre «Pintura al plato». Con imágenes geométricas y abstractas, inspiradas en los platos de dos prestigiosos restaurantes de cocina fusión vasca y mexicana de Ciudad de México (Biko y Xaak), la muestra hace las delicias de los visitantes.
Esta claro que, pese a que se utilicen diferentes materiales para darles forma, la gastronomía y la pintura constituyen un solo arte en sí mismos.
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