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Bedca: para saber exactamente qué comemos

Las espinacas están compuestas por un 49% de proteí­nas, un 32% de grasas (lí­pidos totales) y un 18% de carbohidratos. Cien gramos de este vegetal aportan al organismo 26.28 miligramos de Vitamina C, 0.21 de Vitamina B-6, 0.18 de riboflavina y 0.08 de tiamina, además de 736.67 microgramos de Vitamina A y 143 microgramos de folatos. En el apartado de minerales, estos cien gramos incluyen 380 miligramos de potasio, 147.33 de calcio, 56 de sodio, 53.59 de magnesio, y 43 de fósforo. ¿Y hierro, no contienen? Pues sí­, pero en bastante menor cantidad: sólo 2.27 miligramos. Diga lo que diga Popeye.

Captura de pantalla web Bedca

Este es uno de los muchos datos que pueden consultarse en la Base de Datos Española de Composición de Alimentos (Bedca) que el Ministerio de Sanidad ha colgado en la web desde hace pocos dí­as. Mantenido por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, ha abierto boca (nunca mejor dicho) con la información nutricional, en español e inglés, de los 500 alimentos más comunes en nuestra dieta, y tiene intención de ir ampliando la lista en los próximos meses hasta superar el millar.

Es curioso esto de la nutrición y la cocina. Ya se sabe que comer con regularidad es una condición imprescindible para seguir viviendo, pero desde el descubrimiento de las vitaminas en 1911 ambos términos comenzaron a examinarse con más cuidado, y se popularizó el concepto de seguir una dieta equilibrada para gozar de buena salud. Hasta llegar a la época actual, donde la sociedad parece vivir lo que la periodista cientí­fica Marie-Laure Moinet ha definido como la «vitaminomaní­a de fin de siglo» y es difí­cil comprar un alimento sin que en la etiqueta nos bombardeen con sus propiedades en oligoelementos, acidos monoinsaturados y poliinsaturados, fibras, antioxidantes y bacterias ácido-lácticas, hasta el punto de que uno no sabe muy bien si está comprando en el supermercado o en la farmacia.

Lo cual no quiere decir que estos conocimientos sean malos. De hecho, si nos alejamos de la preocupación obsesiva por mejorar nuestra salud a base de añadidos, comer de todo en cantidades razonables es la mejor manera de garantizarnos una correcta aportación nutricional. Y saber exactamente lo que contienen los alimentos más comunes es una información muy valiosa, sobre todo para evitar ser ví­ctimas de falacias populares. ¿Hemos hablado antes de Popeye? Aunque no fue creado con esa intención, este personaje del cómic potenció de tal manera el consumo de espinacas –hasta un 33% en Estados Unidos– que cuenta con estatua propia en la ciudad tejana de Crystal City, la cual tiene en el cultivo de esta verdura una de sus principales fuentes de ingresos. Las espinacas, se nos contaba, eran una tremenda fuente de energí­a por su alto contenido en hierro. Lo cierto es que encontramos este mineral en mucha mayor cantidad en las lentejas, los huevos, los mariscos o la carne, lo que llevó al especialista Franí§ois Feron a calificar al marino de la pipa como «un impostor. Un fierabrás descarado. Un charlatán de feria. Y quien quiera imitarlo, mejor harí­a en comerse la lata de conserva en aluminio antes que las hojas que están dentro».

Saber lo que comemos siempre es útil. Y ahora es más fácil gracias a la información online.

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