Hay un componente asociado al mundo de la hostelería y la restauración que no ha escapado al actual ambiente de crisis internacional: todo lo referente a las propinas, ese suplemento más o menos voluntario con el que los clientes recompensan la calidad del servicio recibido y que, según en qué parte del mundo se esté, varía en cantidad y en obligatoriedad: por ejemplo, en Japón no se estilan, e incluso pueden ser consideradas ofensivas. Pero en Estados Unidos tienen –como escribió Antonio Muñoz Molina– categoría casi de chantaje, raras veces bajan del 10% del importe de la cuenta y, para muchos clientes, son un indicativo directo de su nivel de satisfacción.
Hay varias páginas en la web dedicadas a las propinas, si bien todas en inglés: una de las mejores es itipping.com, donde se publica abundante información sobre las costumbres de los usuarios a la hora de dar propina. Así, uno de ellos declaraba dejar «un 10% si el servicio ha sido malo, 15% si ha estado bien y 20% si ha sido excelente», pero otro cliente era más directo: «si el servicio es bueno, dejo un 20%, pero si ha sido malo, les dejo diez céntimos».
Estrategias personales aparte, ¿estamos dejando menos propina debido a la crisis? Algunos profesionales del gremio de camareros han comentado que lo que más bien está ocurriendo es que la situación económica fuerza a la gente a salir menos a comer fuera y, cuando salen, a mirar con más atención los platos (y los vinos) que piden. Pero los porcentajes de las propinas se mantienen igual… siempre que estemos hablando de un restaurante. Consumiciones más breves o de menor importancia en bares y cafeterías se ven privadas más frecuentemente de las monedas que solían dejarse en el platillo al recibir la vuelta.
Lo que ocurre es que, según parece, en España ya solíamos ser bastante cuidadosos con nuestras propinas incluso antes de la crisis, por lo menos a ojo de algunos visitantes extranjeros. Nos han llamado la atención en este sentido los artículos publicados, hace ya algún tiempo pero perfectamente válidos aún, en about.com por el bloguero y escritor de viajes Damian Corrigan, que dedicó un buen número de entradas al protocolo de propinas en España, país que conoce más que bien (le podéis seguir en Twitter –en inglés– como @gospain).
Una encuesta particular realizada entre sus amigos españoles le permitió extraer algunas conclusiones muy interesantes: a) la propina no se considera en cafés y cañas consumidos en barra, salvo que el importe se acerque a una cifra redonda, lo que aumenta las posibilidades de que se dejen en el platillo los 10 o 20 céntimos restantes; b) esta propina del redondeo también se aplica a los menús del día cuando su importe termina en 70, 80 (e incluso 90) céntimos; c) a diferencia de lo que ocurre en otros países, absolutamente nadie deja propina cuando paga por las copas en un lugar nocturno; d) en los restaurantes con un cierto nivel sí se deja propina, en un porcentaje más cercano al 10 que al 15% de la cuenta.
En resumen, somos menos propineros que otros países, y no parece que esta tendencia vaya a mejorar tal y como están las cosas. Corrigan también señala que algunos bares con gran afluencia de turistas, conocedores de la poca predisposición a los extras de sus compatriotas, tienen bien a la vista carteles indicando que aceptan propinas… Pero sólo en inglés.
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