Esta semana ha aparecido la noticia de que el actor Morgan Freeman cierra su restaurante Madidi, que abrió hace diez años en la ciudad de Clarksdale, Mississippi. Hay que decir que el local se estableció en una zona de la ciudad bastante venida a menos, como un intento de contribuir a su recuperación. Pero la crisis no perdona, y al final Freeman y su socio Bill Luckett han tenido que decir adiós a su proyecto que, según parece, nunca consiguió despegar lo suficiente como para resultar rentable.
Lo de las estrellas de cine y la restauración nos suena de algo ¿no? A lo mejor todo empezó en los 90 con la cadena de hamburgueserías Planet Hollywood, que se nos vendió como perteneciente a Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone y Bruce Willis, cuando en realidad lo único que hicieron fue poner la cara a cambio de una participación muy minoritaria. Pero la verdad es que hay muchas figuras del mundo del espectáculo, no sólo en Hollywood, que deciden probar fortuna en el mundo de la hostelería, en ocasiones con poca publicidad y buenos resultados.
Robert de Niro lleva 18 años de éxito como copropietario de Nobu
Uno de los casos más célebres es Robert de Niro, cuya asociación con el chef Nobuyuki Matsuhisa en 1994 para crear Nobu, en el neoyorquino distrito de Tribeca, ha producido excelentes resultados y la apertura de varias sucursales. Sin salir de la ciudad, otra opción es el coreano Do Hwa, de Quentin Tarantino. Richard Gere ha invertido, junto con su mujer y un socio, en el lujoso hotel Bedford Post, en Huston Valley, que incluye dos restaurantes y (obviamente) cursos de yoga.
En el otro extremo del país, en San Francisco, una pareja en principio tan improbable como Don Johnson y el cómico Cheech Marin abrieron Ana Mandara, ubicado en la turística zona portuaria de Fishermans Wharf, y en la misma ciudad está el Café Zoetrope, de Francis Ford Coppola, con propuestas tan orondas como pizza con albóndigas o, para los más comedidos, la ensalada césar que es especialidad de la casa. Sin salir de California Eva Longoria ha invertido dinero e imagen en Beso, en la zona de Los Angeles, y en esta misma ciudad, en Beverly Hills, está Tagine, de Ryan Gosling. En West Hollywood se está haciendo cada vez más conocido Dominicks, entre cuyos propietarios están los actores Laura Dern, Rose McGowan y Ben Harper.
Otros estados menos cercanos al glamour de Hollywood también tienen restaurantes participados en distinto grado por estrellas: Zoom, en Park City, Utah, cuyo dueño es Robert Redford, oriundo de ese estado. OLearys, en San Luis, especializado en costillas y hamburguesas y uno de cuyos dueños es el orondo John Goodman, nativo de la ciudad. Danny DeVito abrió DeVito South Beach, en Miami, pero las últimas noticias indican que ha cerrado, no sabemos si temporal o definitivamente.
Por supuesto, la presencia de una estrella del cine entre los accionistas de un restaurante no es una garantía de la calidad del menú, mucho menos de que los comensales se vayan a encontrar con ella cuando decidan asistir. En estos restaurantes, como en todos los demás, es conveniente leerse antes las críticas y recomendaciones… ¡Y los precios! En algunos, como Nobu, la calidad está garantizada, pero eso es porque Matsuhisa es tan estrella en lo suyo como de Niro… y cobra más o menos lo mismo.
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