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Juegos Olímpicos: ¿cuándo -y qué- se come aquí?

La ciudad que se va a convertir en el epicentro del mundo desde hoy es una ciudad que conocemos bien. Nos encanta Londres, y con los años hemos puesto nuestro grano de arena para acabar con el tópico que asegura que en el Reino Unido es imposible comer bien, equipando a algunos de sus locales de comidas más emblemáticos. Y decimos «locales de comidas» porque la oferta gastronómica de Londres va más allá de los restaurantes y abarca sitios tan tí­picos como los pubs… alguno de los cuales alcanza altas cimas gastronómicas, como es el caso de The Harwood Arms, primer y único establecimiento de esta clase galardonado con una Estrella Michelí­n, al que hemos tenido el gran placer de facilitar todo el equipamiento.

De un modo quizá menos exquisito, pero no menos importante, la alimentación esta muy presente en los Juegos Olí­mpicos. Por supuesto, en la dieta de los propios atletas, pero también en sus familiares y acompañantes, y en el abundante personal implicado en el desarrollo, mantenimiento y cobertura informática de los juegos, que también tienen derecho a comer. ¿A comer cuánto? La verdad es que un vistazo a la información recopilada por el portal About.com sobre la alimentación olí­mpica quita la respiración: durante los Juegos se servirán 14 millones de comidas –1,2 millones destinadas a los atletas– en 40 localizaciones distintas. Han cambiado mucho las cosas desde los primeros Juegos Olí­mpicos celebrados en Londres, en 1948, en los que la escasez de alimentos causada por la Segunda Guerra Mundial obligó a los equipos de todos los paí­ses a llevar sus propias provisiones.

En lo que se refiere a las necesidades nutricionales de los atletas instalados en la Villa Olí­mpica, estas se han cifrado en: 25.000 barras de pan, 232 toneladas de patatas, más de 82 toneladas de marisco, 31 toneladas de aves y volaterí­a, más de 100 toneladas de carne, 75.000 litros de leche, 19 toneladas de huevos, 21 toneladas de queso y más de 330 toneladas de frutas y verduras, además de una cantidad ilimitada de agua potable. El comité organizador (LOGOC), que se encarga de toda la intendencia, ha insistido en que la mayorí­a de estos ingredientes procedan de granjas y criaderos ingleses, hayan sido cultivados o criados siguiendo patrones ecológicos, y en que atletas y visitantes tengan amplias opciones para seguir una dieta saludable, en parte para contrastar la polémica originada por la presencia de multinacionales de los refrescos, el chocolate y la comida rápida entre los patrocinadores de los Juegos.

Las residencias de la Villa Olí­mpica no tienen cocina: toda la comida se servirá en una cafeterí­a abierta las 24 horas con capacidad para 5.000 personas. Los cocineros no sólo deben atender las necesidades de más de 20.000 muy hambrientos deportistas, sino también requerimientos especí­ficos como los establecidos por las distintas religiones presentes, desde la comida kosher para los atletas judí­os al respeto de las normas alimentarias del Ramadán, que empezó el 20 de julio, para los musulmanes.

Cada plato disponible en el autoservicio presenta una completa ficha donde se indica su aporte en calorí­as, carbohidratos, proteí­nas y grasas. Y se ha procurado que estén presentes las cocinas de todas las partes del mundo, para que los atletas no echen de menos el tipo de platos a los que están acostumbrados. Más que unas instalaciones de cocina, podrí­amos hablar de un inmenso generador de combustible para atletas; la cantidad de calorí­as que necesitan varí­a según su especialidad deportiva, aunque ninguno llega a la capacidad de Michael Phelps y su famosas 12.000 calorí­as diarias, pero una cosa es segura: los récords no se baten con el estómago vací­o.

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