En su autobiografía, el escritor y divulgador norteamericano Isaac Asimov se ponía de lo más paritario y dedicaba algunas páginas a narrar su contribución a las tareas del hogar. La cocina no entraba necesariamente entre sus cometidos, pero cuando su mujer estaba enferma no tenía reparos en cambiar la máquina de escribir por las cacerolas para alimentar a la familia. «Y por lo general, consigo buenos resultados», contaba. «No olviden que soy químico».
Si la cocina consiste en combinar ingredientes y someterlos a periodos variables de calentamiento para conseguir el resultado deseado, entonces la similitud con la química tiene su justificación. Hasta que el asunto se disparó con la aparición de la gastronomía molecular, de la que hemos hablado ya aquí en alguna ocasión, y que tiene en varios de nuestros chefs más renombrados su mejor exponente a nivel mundial.
«Marcel Vigneron, durante una de sus demostraciones en el programa»
Era cuestión de tiempo que los americanos metieran mano en el asunto. Y además, con todo el sentido del espectáculo que uno se espera de su televisión. Ayer comenzó su andadura Marcels Quantum Kitchen, el nuevo programa dirigido y presentado por Marcel Vigneron, que saltó a la fama en el país por su labor de cocinero profesional y por ser uno de los participantes más polémicos en el programa Top Chef. La cocina cuántica a que hace referencia el título indica que Marcel utiliza todos los trucos de la gastronomía molecular y unos pocos más, complementados con un atrezzo comme il faut, como guantes de laboratorio y gafas protectoras, para elaborar complicados menús «científicos» que serán posteriormente servidos en un evento específico. El problema: el menú tiene que estar listo a la hora señalada, y muchos de sus experimentos se elaboran por primera vez. Así que el suspense culinario –y el rifirrafe entre el equipo de cocineros– está asegurado.
Como ha apuntado con cierta mala uva el crítico del San Francisco Chronicle, «es bastante divertido ver cómo se preparan todos estos platos, pero lo es aún más cuando las cosas no salen bien la primera vez. Vigneron tiene todo tipo de aparatos como su fiel Gastrovac, una especie de olla de presión futurista que cocina e infusiona creando un vacío. En la mayoría de los casos, tiene un concepto previo sobre qué aspecto tiene que tener el plato, pero tiene que pensar en cómo hacer que funcione. El sabor es importante, pero aquí parece tener un papel secundario».
En todo caso, el show parece haber comenzado con buen pie, ayudado por el ritmo frenético y la personalidad de Marcel. Cuánto hay de cocina y cuánto de ciencia es algo que queda al gusto de cada uno. Mientras esperamos que alguna cadena se decida a emitirlo en España.
Síguenos